Se hace constante alusión a la frontera criollo-indígena como un espacio de separación y enfrentamiento entre ambas sociedades. Los textos escolares refuerzan tal imagen al referirse casi exclusivamente a la línea de fortines, los malones y las campañas organizadas por los blancos.¿Pero fue así?
El temor, el recelo y el rechazo no fueron la única manera de percibir al otro. La frontera separaba y ligaba a la vez; era un espacio de encuentro cultural, un ámbito donde la línea divisoria del "ellos" y el "nosotros" no siempre estuvo clara y definitivamente trazada.
Parece que era bastante común que, durante las largas travesías por las soledades de la pampa, los soldados y los viajeros "blancos" saciaran su hambre y su sed en las tolderías indias. Es interesante observar cómo se conectaban esas culturas, así, hay indicios de estos intercambios en la vajilla y en los tipos de comida. Indígenas y "blancos" comerciaban activamente, en distintos puntos de la pampa y de la Patagonia. Todos tenían algo para dar y recibir: telas, herramientas, ropas, armas, bebida, comida.
Blancos de la frontera e indígenas tenían, en verdad, muchas cosas en común. La caza y la cría de ganado constituían actividades fundamentales para la supervivencia de ambos grupos, el caballo era para ambos un medio indispensable para desplazarse por las extensas planicies y, además, no había mucha distancia entre el toldo indígena y el rancho cuadrangular de madera y paja donde se apiñaban los pobladores "blancos" de la frontera. Todo ello facilitaba la integración de muchos blancos en la sociedad indígena.
Existía todo un universo de "blancos" que habían optado por vivir entre los indios, que habían llegado a la toldería voluntariamente y allí vivían refugiados. Eran los renegados, los que se habían pasado a los indios. Adoptar la toldería no era un cambio radical. La distancia entre un toldo y un rancho miserable podría recorrerse sin dificultad.
![]() |
![]() |
|
Avance de la Frontera en la Provincia de Santa Fe:
|
|
|
|