Antes de poder concretar del todo su proyecto, Alsina murió y fue reemplazado por el joven general Julio A. Roca. La política desarrollada por Alsina había permitido ganar unos 56 mil kilómetros cuadrados, extender la red telegráfica, la fundación de cinco pueblos y la apertura de caminos.
El nuevo ministro de Guerra aplicará un plan de aniquilamiento de las comunidades indígenas a través de una guerra ofensiva y sistemática. El propio Roca había definido con sus palabras la relación de fuerzas: "Tenemos seis mil soldados armados con los últimos inventos modernos de la guerra, para oponerlos a dos mil indios que no tienen otra defensa que la dispersión ni otras armas que la lanza primitiva"
El plan de Roca se realizaría en dos etapas: una ofensiva general sobre el territorio comprendido entre el Sur de la Provincia de Buenos Aires y el Río Negro y luego una marcha coordinada de varias divisiones para confluir en las cercanías de la actual ciudad de Bariloche. En julio de 1878, el plan estaba en marcha y el ejército de Roca lograba sus primeros triunfos capturando prisioneros y recatando cautivos.
El 14 de agosto de 1878, el presidente Avellaneda envió al Congreso un proyecto para poner en ejecución la ley N° 215, de 1865, que establecía una frontera sobre la margen norte de los ríos Negro y Neuquén. El Congreso sancionó el 5 de octubre de 1878 la Ley N° 947 de distribución de la tierra autorizando la inversión de 1.600.000 pesos para sufragar los gastos de la conquista.
En esa línea, el 11 de octubre de 1878 se promulgó la ley N° 954 de creación de la gobernación de la Patagonia. Las autoridades tendrían asiento en Mercedes de Patagones (hoy Viedma).
Además, la Ley N° 947, establecía que: “El Poder ejecutivo queda autorizado para levantar sobre la base de todas las tierras públicas mencionadas una suscripción pública para los gastos que demande la ejecución de la ley. A medida que avance la línea de frontera se harán mensurar las tierras y levantar planos, dividiéndose en lotes de 10.000 hectáreas, con designación de sus pastos y aguadas y demás calidades…”
De esta forma se emitieron bonos de $100 equivalentes a 250.000 hectáreas, los cuales fueron vendidos entre la elite que encontró un gran negocio para hacerse de grandes extensiones de tierra a muy bajo costo. Estos bonos llevaron el nombre de “suscripción popular de 2.2000.000 $” y se debían adquirir como mínimo cuatro de ellos. Es en este sentido, que la conquista puede pensarse como una “empresa mixta” que combinó capitales privados y recursos estatales.
El Estado regaló y vendió, a muy bajo precio, más de 41.000.000 hectáreas en una zona de enorme productividad agropecuaria, cuya propiedad se concentró en manos de un pequeño grupo de no más de 541 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los funcionarios del gobierno. Entre ellos se destacaban 24 familias patricias que recibieron parcelas que oscilaban entre las 200.000 hectáreas de los Luro a las 2.500.000 obtenidas por Martínez de Hoz.
El general Roca mismo recibió 65 mil hectáreas como botín de guerra. Hubo campos también para los otros generales y oficiales.
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Fue tan vergonzoso el reparto de tierras en favor de un grupo reducido de especuladores, que hasta los militares protestaron por el atropello.
Manuel Prado, que participó en la campaña con el grado de comandante incorporado a la columna de Villegas, escribió: "los soldados habían conquistado veinte mil leguas de territorio. Y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió, sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo".
Con la conquista territorial, la oligarquía terrateniente se fortaleció y consolidó políticamente conformando el Partido Autonomista Nacional que gobernó de forma ininterrumpida durante 36 años. El artífice del régimen fue justamente Julio A. Roca.