En 1874 el presidente Nicolás Avellaneda designó a Adolfo Alsina como ministro de Guerra y Marina. Allí Alsina elabora un plan basado en un sistema de fosas y fortificaciones, desde Nueva Roma (en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires) hasta la zona de La Amarga (en el sur de la provincia de Córdoba) 610 kilómetros; de los cuales se construyeron sólo 374 kilómetros, entre 1876 y 1877. El proyecto quedó trunco al morir Alsina a fines de 1877. Lo sucedió en el cargo el general Roca, quien se había opuesto al proyecto de la zanja y promovía una ofensiva más agresiva, que efectivizó mediante la conocida “campaña al desierto” de 1879.
El plan de Alsina consistió en erigir fortines al costado de la zanja y con una distancia aproximada de una legua (5,5 kilómetros aprox.) para facilitar las comunicaciones entre los asentamientos ante ataques indígenas u otros sucesos. Estas pequeñas fortificaciones dependían de las comandancias militares de Italó, Trenque Lauquen, Carhué, Guaminí y Puan, conectadas mediante el telégrafo. En su construcción trabajaron alrededor de 800 hombres (entre Guardias Nacionales y peones contratados).
La obra presentaba las siguientes características: con la forma de una pirámide invertida, debía tener tres metros de ancho y dos metros de profundidad, con 60 centímetros en la base o fondo, bordeada por un terraplén, paredón o parapeto de un metro de alto por unos cuatro metros y medio de ancho construido con la tierra extraída de la excavación del foso y reforzado con una empalizada; estas medidas podían variar según la geografía del lugar. Donde el suelo presentara rocas duras, la trinchera sería sustituida por un terraplén entre dos muros de adobes.
El ingeniero francés encargado de dirigir la construcción de la zanja, Alfred Ebelot, gran defensor de la utilidad de esta obra, utiliza el símil de la muralla china, al que aludían despectivamente los opositores del proyecto como Roca y Olascoaga para ridiculizar la iniciativa.
Los 109 fortines levantados a la vera de la zanja estaban a cargo de un oficial y de ocho a diez soldados. Las construcciones presentaban forma circular, de 20 metros de diámetro aprox., con un rancho de adobe y un mangrullo en el centro, rodeados por un foso y un paredón de palos a pique como defensa. En las comandancias se llevaba a cabo el abastecimiento de caballos, la centralización de información proveniente de los fortines vecinos y el establecimiento de los familiares de los soldados.
La zanja no pretendía impedir la entrada y salida de los grupos indígenas ni ser una construcción permanente, sino constituir a corto plazo un obstáculo que dificultara los grandes arreos de ganados, robados en las estancias para ser vendidos en Chile; y a largo plazo una línea de base para ejecutar la ofensiva (Alsina, 1877), “una operación ofensiva que simula ser defensiva”. La demora en el paso del ganado daría tiempo a las partidas de soldados para alcanzarlos y recuperar los bienes robados. Sin embargo, las partidas indígenas desarrollaron una estrategia para atravesar la zanja, ingresando numerosas ovejas en un lugar para utilizarlas como puente.
En la actualidad se observan escasas evidencias de la construcción de la zanja y los fortines de esta línea. En cambio, sobre las comandancias se desarrollaron las actuales localidades, cabeceras de sus respectivos distritos, conectadas mediante la Ruta Nacional 33 llamada “Ruta del Desierto Dr. Adolfo Alsina”. Esta ruta, se ubica de forma paralela a pocos metros de la traza de la Zanja de Alsina.
La estrategia de Adolfo Alsina ha sido considerada tradicionalmente como “defensiva” en contraposición a la política “ofensiva” que Julio A. Roca promovía y que ejecutó posteriormente cuando ocupó el cargo de ministro de Guerra, a la muerte de Alsina. El mismo Alsina rechazó que su intención fuera meramente defensiva: privó a los indígenas del acceso a pasturas y aguadas en parajes relevantes estratégicamente; con el asentamiento del ejército, la extensión de la red telegráfica que aseguró las comunicaciones, y con el conocimiento de un nuevo territorio mediante la exploración y relevamiento científico.
El diseño y la construcción de la zanja contaron con la participación de profesionales (Federico Melchert, Alfredo Ebelot y Jordan Wysocki) que, además de intervenir en la elección de los lugares y las decisiones vinculadas a la “Zanja de Alsina” y a los fortines, aportaron información importante mediante el levantamiento de planos, e informes, con la descripción y la localización de rastrilladas, y otros rasgos geográficos (montes, lagunas, médanos, entre otros) destacables.
La zanja y el parapeto como rasgo del paisaje fue un elemento de referencia ampliamente utilizado por los agrimensores que realizaron las primeras mensuras de los terrenos, junto con la presencia de los restos de los fortines (generalmente identificados con sus nombres), el camino paralelo que unía los fortines al este de la zanja, los potreros y los corrales. Las trazas materiales de la zanja, observables en la actualidad, se encuentran vinculados a tramos de la ruta nacional 33.
Para finalizar, se destaca el carácter de obra monumental que tuvo el proyecto de Alsina, debido a la modificación en el paisaje que trajo aparejada su implementación y la gran extensión en kilómetros que alcanzó. Su longitud, unida al costo material implicado (en dinero y en fuerza de trabajo) contrasta con el breve lapso de funcionamiento que tuvo la obra en sí de la zanja y los fortines asociados. La traza de la zanja de Alsina fue determinante porque tuvo efectos sobre la construcción del espacio que perduran hasta hoy: en cuanto a la división del terreno y la conformación de establecimientos agrícolas ganaderos (la zanja sirvió para dividir los campos de un lado y del otro); para la traza de las vías de circulación, como la ruta nacional nº 33 y caminos vecinales; y fue el origen de las localidades más relevantes de la región, como ya ha sido mencionado previamente.
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Artículo Completo: Fuente:Teoría y Práctica de la Arqueología Histórica Latinoamericana (TPAHL)| Año IX, Volumen 10 | 2020 Revista del Centro de Estudios de Arqueología Histórica, Facultad de Humanidades y Artes, UNR "https://teoriaypracticaah.unr.edu.ar"
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FUENTES:
1) "Atlas de las Llanuras Pampeanas. Año 1877". del Sargento Mayor Jordan Wysocki. Construido por orden del ministro de Guerra y Marina: "Coronel Don Adolfo Alsina". en Marzo 1877. Publicado por Litogr Alba. Larsch, Florida 164 Buenos Aires.
2) "Análisis espacial de la Zanja de Alsina en la Provincia de La Pampa, Argentina (1876-1879)". Un abordaje interdisciplinario entre la Arqueología y la Geografía
3) "La Línea de Frontera entre BARBAROS y CIVILIZADOS en la Argentina del Siglo XIX:". El caso de la Zanja de Alsina. Una visión desde google earth y el aporte de los museos virtuales.
4) "www.museocarhue.gob.ar/Revista de historia regional: Museos del Desierto:". Los historiadores de todos los pueblos que surgieron del proceso histórico conocido como “Zanja de Alsina”, publican aquí el resultado de sus investigaciones. Tal vez, una nueva línea fortificada que proteja a los habitantes de nuestros pueblos de los malones de la desmemoria.
5) "Adolfo Alsina: la sorprendente vida de un político muy querido para su época que combatió a los malones y tuvo una muerte trágica". www.Infobae.com