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La Conquista del Desierto en los textos escolares

Entre 1878 y 1885, la élite gobernante de la Argentina llevó a cabo la llamada “Conquista del desierto” que diezmó a los pueblos indígenas que vivían en esos territorios. La narrativa oficial plasmada en los manuales escolares justificó la campaña como una necesidad nacional en pos del desarrollo y la unidad territorial del Estado.

De modo contrario, se invisibilizó las voces indígenas, se los excluyó como integrantes de la nación y se ocultó el destino de quienes sobrevivieron al exterminio.

"HISTORIA 3" Manual de historia argentina
para el 3º año del nivel medio.
José Cosmelli Ibáñez - Editorial Troquel
Esta campaña militar fue enseñada por los manuales escolares como un hito de la consolidación del Estado argentino.

La narrativa oficial llevaba implícita la dicotomía entre "civilización y barbarie": una distinción entre un "nosotros" y los "otros" muy popular en la época.

Los libros de textos y manuales escolares de historia deben ser entendidos como espacios de memoria en los que se ha ido materializando la cultura, las imágenes y los valores dominantes de cada época, que una sociedad cree oportuno que la juventud debe adquirir para la perpetuación de sus valores.

En 2006, una mirada crítica sobre la construcción de los saberes contenidos en los manuales escolares argentinos, fue institucionalizada a través de una nueva Ley de Educación Nacional, la "Ley n°26.206" entre cuyos objetivos se encuentra el fortalecimiento de la identidad nacional y el respeto a la diversidad cultural.

Esta nueva normativa remarca los derechos constitucionales de los pueblos indígenas, incluidos en el artículo 75 inciso 17: "el derecho a recibir una educación que contribuya a preservar y fortalecer sus pautas culturales, su lengua, su cosmovisión e identidad étnica".

Si revisamos la mirada histórica sobre las víctimas y los derrotados de la “Conquista del Desierto”, ya estamos listos para cuestionar el "paradigma" oficial.

La inclusión del otro en los manuales de historia pondría fin a la narrativa dominante de la elite tradicional argentina que estableció en el sistema educativo una lectura favorable a sus propios intereses.


2) Que se cuestionó? y que cambió en el paradigma oficial.

En primer lugar, se cuestionó el nombre con el cual se había denominado a la campaña militar ya que es incorrecto llamar “Conquista del desierto” a un plan de exterminio: un desierto no se conquista, se ocupa; mientras que, si allí vivían familias, entonces no se trataba de un desierto. Al utilizar esta denominación, la intención de los vencedores era invisibilizar a los vencidos y negar la calidad de personas de quienes poblaban las tierras conquistadas.

En segundo lugar, está cuestionada la visión que exalta la estrategia del ejército que avanzó con facilidad, ya que un año antes de comenzar la expedición, una terrible epidemia de viruela había diezmado a las tribus indígenas.

En tercer lugar, se presenta a campaña concebida como una necesidad legítima del Estado argentino para frenar las agresiones permanentes de las poblaciones indígenas (malones de indios que saqueaban riquezas y hacían cautivas para esclavizarlas) y, al mismo tiempo, establecer un límite a los intereses expansionistas del Estado chileno.

El análisis que hacían los manuales era muy simplista: si no eran parte de la “civilización”, eran un problema para el proyecto económico del modelo agroexportador. Los manuales actuales explican que el reparto de las tierras quitadas a los indígenas se realizó por medio de un sistema de cesiones, premios y ventas, que condujo a la concentración de la propiedad en pocas familias, tanto para la producción como para la especulación.

Los manuales tampoco explicaban el destino de los indígenas tras la “conquista” ya que lo importante era destacar el triunfo. A partir de ese momento se los excluye del relato. En contraposición a esta lectura, los nuevos manuales hacen hincapié en el destino de los indígenas: fueron tomados prisioneros, separados de sus familias, deportados a otras regiones y obligados a trabajar en pésimas condiciones. Mientras los hombres, fueron trasladados como mano de obra semiesclava a los ingenios azucareros y obrajes madereros, las mujeres y los niños fueron empleados como sirvientes en casas de familia ubicadas en Buenos Aires.


3) Las escuelas públicas y los manuales escolares oficiales
Son parte del proceso de construcción del Estado nacional y de la formación de ciudadanos a través de la educación común, gratuita y organizada.

Aunque existían escuelas desde la época colonial, el concepto de escuela pública estatal comenzó a consolidarse después de la independencia.

En 1853, la Constitución Nacional estableció que el Estado debía fomentar la educación. Entre 1860 y 1870, bajo el liderazgo de Domingo Faustino Sarmiento, se impulsó fuertemente la creación de escuelas públicas, la formación de maestros y la importación de modelos educativos europeos y estadounidenses.

En 1884, la "Ley 1.420" de Educación Común, promulgada durante la presidencia de Julio Argentino Roca, fue un hito, que estableció la educación laica, gratuita y obligatoria para todos los niños en edad escolar. Y a partir de esta ley, el Estado comenzó a organizar un sistema educativo nacional.

La sanción de esta Ley generó fuertes controversias con la Iglesia Católica porque introdujo un principio que, para la época, era profundamente disruptivo: la educación laica. Hasta ese momento, la Iglesia tenía un rol central en la educación, especialmente en la formación moral y religiosa.

Previamente, el Consejo Nacional de Educación (CNE), creado en 1881 por el presidente Julio Argentino Roca vía decreto, ya había comenzado a regular y seleccionar textos escolares para las escuelas nacionales, con contenidos unificados para todo el país.

La producción de manuales oficiales en materias como historia, geografía, lectura y moral, se consolidó entre 1900 y 1930. Muchos de estos textos buscaban construir ciudadanía, identidad nacional y alfabetización masiva.

Nota: El proyecto Centro MANES digitaliza y estudia manuales escolares argentinos desde 1810 hasta la actualidad: www.centromanes.org

Si bien podemos pensar que la concepción plasmada en los manuales escolares fue impuesta por la elite conservadora que gobernó la Argentina en la etapa fundacional con el objetivo de legitimar su accionar, paradójicamente esta versión duró hasta finales del siglo XX. La necesidad de construir una identidad nacional sin la presencia de aquellos que poblaron nuestro territorio antes de la llegada de los españoles está vinculada a una mirada eurocentrista que trascendió a la “generación del ´80”.

Este modelo de cultura occidental no fue cuestionado ni por los gobiernos radicales ni los peronistas; muchos menos por los conservadores que gobernaron durante la década de 1930 o los golpes militares de las Fuerzas Armadas.

El Manual de Historia Argentina para 3º año del nivel medio de José Cosmelli Ibáñez, publicado por Editorial Troquel, fue escrito en plena dictadura militar y editado originalmente en 1982. Esta obra se convirtió en un clásico dentro de la educación secundaria argentina, especialmente durante los años posteriores al retorno de la democracia en 1983.

Hoy, existen programas como "Libros para Aprender" que distribuyen manuales oficiales gratuitos en escuelas públicas de todo el país.

Finalmente, el cambio de paradigma llegó a los manuales escolares, invitando a los jóvenes a reflexionar sobre todas las culturas que forjaron el país donde vivimos, fortaleciendo la mirada intercultural y el respeto por la diversidad.


4) Lectura recomendada: ¿A qué se llama la "conquista del desierto"?
¿Epopeya civilizadora o genocidio? Una discusión académica esclarecedora con la que los medios de comunicación y el gran público tienen poca familiaridad.


5) Naturaleza humana y choque de culturas
resumen de un ensayo de Claudio Colombo

¿El Hombre es bueno o malo por naturaleza? Esta pregunta por mucho que ha sido transitada no ha sido zanjada aún.

Tratar de racionalizar a un bicho irracional como el ser humano es una utopía, y el hecho de persistir en ello es la prueba irrefutable de su irracionalidad.

Por un sinnúmero de causas, condiciones o factores, a veces se inclinará por el bien y otras por el mal. Y aquí hay que distinguir el comportamiento en solitario o en sociedad. Y para abreviar y considerando a Robinson Crusoe un caso aislado y temporal, vamos a la segunda alternativa. ¿Qué pasa cuando el bien individual y el bien común son distintos, u opuestos? Cada individuo deberá tomar la decisión por su cuenta, y habrá distintos resultados, porque además, las alternativas no siempre son binarias, y los niveles de complejidad pueden ser muy extensos. En términos generales podríamos decir que los sistemas sociales tienden a un equilibrio dinámico, que hace que funcionen, evolucionen e involucionen.

Qué ocurre cuando entran en contacto dos o más sistemas sociales? La complejidad se multiplica, y cada vez es más difícil la convivencia armoniosa y equitativa entre los individuos.

La educación clásica nos presenta a europeos civilizados y a indígenas bárbaros. La revisión identifica conquistadores genocidas y aborígenes como víctimas inocentes.

Pero si analizamos por qué unos prevalecen sobre los otros, sale a la luz que prevalece el que tiene más recursos en energía e información, y que cuando se conectan, los recursos migran de los sistemas menos complejos a los más complejos.

Al dicho “la historia la escriben los que ganan”, podríamos reducirlo a “la historia la escriben los que saben escribir”.

Es decir, una parte no solo prevalece por tener más recursos, sino que será recordado lo que ella escriba. ¿Maldad europea? Por ejemplo, si miramos al Tawantinsuyu, última y cúspide de las civilizaciones del mundo andino, notaremos que ese desarrollo no podría haberse logrado en los 95 años que duró, sino que en realidad, el Tawantinsuyu era la capa superior de una estratificación de culturas que florecieron, y fueron suplantadas por la siguiente.

Pero, antes de Pachacuti y Viracocha, no sabían escribir? Por qué solo hay evidencia arqueológica? La respuesta (lamentablemente universal y con poquísimas excepciones) es que cada cultura o civilización produce sus propios mitos fundacionales, y destruye cualquier documento que pueda contradecirlos. Miente, exagera, disimula, crea, produce un relato más o menos sólido y creíble, que justifique su existencia y su prevalencia. Cumpliendo la sentencia de Orwell “quien controla el pasado controla el presente”, se escribe la historia de atrás para adelante, cual contador venal ajustando creativamente el balance.

Será posible que alguna vez, se escriba la verdad?... Muy poco posible, al menos en lo inmediato.

Roca y Villegas, Cafulcurá y Arbolito no eran buenos y malos, o mejor dicho, eran buenos en algunos aspectos y malos en otros. Y estos juicios de valor tienen incontables matices que nos tendrían discutiendo siglos, si lo que buscamos son culpables y bienhechores.

Aquí vale hacer un paréntesis, hay mucha gente que se beneficia y mucho defendiendo un sector determinado, e inclusive, cambiando de sector a defender. Muchos viven de la protesta, de la “lucha”, de la “revolución”, “defendiendo a los débiles”. Hacen de ello una profesión, aunque para ese fin nieguen lo verdadero y postulen lo falso. Todo se complica.

Con excepción de los avances del Tawantinsuyu en nuestro actual territorio, nuestros pobladores originarios eran ágrafos, grave desventaja ante un choque cultural. Su economía era casi neolítica: caza, pesca y recolección más cultivo y domesticación de animales. Desarrollaron redes comerciales incipientes, y tuvieron una “revolución productiva” con la incorporación del caballo, y posteriormente de la ganadería vacuna y lanar. De no ser por las circunstancias históricas que promovieron las iniciativas de Alsina y Roca, probablemente con el tiempo se hubieran ido asimilando mutuamente los dos sistemas, como ocurrió en muchos otros casos; pero hubo un proyecto de Nación y una decisión política de imponerlo. Este proyecto contempló los postulados de Friedrich Ratzel: los límites (fronteras) no son firmes sino dinámicos, porque así lo requiere el crecimiento; y no puede existir una nación dentro de otra nación.

Mucha gente que se benefició con ese proyecto, y se cuidaron muy poco de buscar la verdad.

Nuestro juicio sobre hechos históricos protagonizados por gente que ya no vive, es válido desde el punto de vista teórico y útil para no volver a cometer la misma falta, pero debemos hacerlo considerando el contexto histórico del momento. Además, las naciones indígenas ya no existen, su cultura fue suprimida y/o degradada. Es una tragedia, pero también un hecho, el intento de recuperarlas dará un resultado distinto del original.