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5) Quinto ejército correntino contra Rosas
Es parte del "Ejercito Grande" que derrota a Rosas en la Batalla de Caseros

5.a) Contexto. Las guerras civiles.

Desde 1814 en adelante, la Argentina se había visto sacudida por una serie de guerras civiles que enfrentaron al partido federal con el partido unitario (en general identificado con los gobiernos porteños). Esta situación privó al país de un gobierno unificado desde 1820.

A partir de 1831, el sistema de organización estatal estuvo determinado por la llamada Confederación Argentina, una laxa unión de estados provinciales unidos por algunos pactos y tratados entre ellos.

Desde 1835, el dominio real del país estuvo en manos del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, munido además de la “suma del poder público”, en que la legislatura porteña jugaba un papel moderador muy poco visible.

En 1839, y en mayor medida a partir de 1840, la guerra civil se hizo mas cruel y extendida, afectando a todas las provincias, algo que nunca había ocurrido en tal medida, y las víctimas se contaban en miles.

Rosas venció todos sus enemigos internos, y consolidó su predominio en la "batalla de Famaillá" donde sus ejércitos, comandados por el ex-presidente uruguayo Manuel Oribe, el 19 de septiembre de 1841, derrotó definitivamente al ejercito unitario comandado por Juan Lavalle. Desde entonces, la Confederación gozaría de una relativa paz y Rosas envió sus ejércitos a la Banda Oriental, donde se agrupaban la mayoría de sus enemigos. Allí, a partir de vencer en la "batalla de Arroyo Grande" (provincia de Entre Rios) el 6 de diciembre de 1842, al ejercito aliado de colorados uruguayos y unitarios argentinos (porteños emigrados, correntinos y santafesinos), dirigidos por el presidente uruguayo Fructuoso Rivera, la guerra se trasladaría al interior del Uruguay, sitiado al puerto de Montevideo, comenzaría la llamada Guerra Grande en el Uruguay .


5.b) Contexto. La Guerra Grande en el Uruguay

El 16 de febrero de 1843 Oribe puso sitio a la ciudad de Montevideo, que duraría ocho años y medio, hasta el 8 de octubre de 1851.

Oribe organizó nuevamente su gobierno, como si nada hubiera ocurrido desde su renuncia (era el segundo presidente constitucional de Uruguay) el 24 de octubre de 1838 presionado por las condiciones políticas de esa época. Designó ministros, hubo un parlamento y se dictó una ingente cantidad de disposiciones legales. Así dio comienzo el Gobierno del Cerrito, denominado de esta forma por estar instalado el cuartel general de Oribe en el Cerrito de la Victoria.

El Gobierno del Cerrito controló la totalidad del país, entre 1843 y 1851, exceptuando Montevideo y Colonia del Sacramento. Tuvo su puerto de ultramar alternativo en la rada del Buceo, al este de Montevideo, y aplicó la Constitución de 1830 como base de su orden jurídico.

La derrota definitiva, en el interior del Uruguay, del ejercito colorado y unitario comandado por Fructuoso Rivera en la batalla de India Muerta, el 27 de marzo de 1845, por el ejercito federal al mando de Justo José de Urquiza (enviado por Rosas en apoyo a Oribe), fué el hecho de armas que hizo posible ese control. Luego de esa batalla Urquiza tuvo que volver a su provincia para cortar el avance del cuarto ejercito correntino que al mando de Joaquín Madariaga habia invadido Entre Rios en diciembre de 1843.

Para evitar el enfrentamiento con Urquiza, el ejército correntino regresa a su provincia y se lo pone al mando del general porteño José Maria Paz (que se encontraba exiliado en Montevideo) desde febrero de 1845 a marzo de 1846, cuando deja el mando por negarse al acuerdo que los hermanos Madariaga habían alcanzado con Urquiza. El acuerdo no prosperó porque Rosas no lo aceptó y obligado por este, invadió Urquiza a Corrientes al frente del ejército entreriano. La derrota definitiva en la batalla de Vences del 26 de noviembre de 1847, del cuarto ejército correntino significó su disolución. .
5.c) Contexto. Fin del Bloqueo Anglo-francés.

Desde 1844, la ciudad de Montevideo estaba sitiada por el general Manuel Oribe, que controlaba casi todo el país y se consideraba presidente legal del Uruguay. Oribe contaba con una valiosa ayuda material y militar de parte de Rosas, que incluía importantes fuerzas militares argentinas participando del sitio de Montevideo. No obstante, la ciudad resistió con ayuda de las fuerzas de Gran Bretaña y Francia que bloqueaban el Río de la Plata e impedían los movimientos navales argentinos en apoyo de Oribe. La situación quedó, por consiguiente, en un punto muerto.

En 1848, sin más aliados que los defensores de Montevideo, los ingleses dudaron de las posibilidades de vencer a Rosas, y como a pesar del bloqueo las relaciones comerciales con Rosas eran buenas, aceptaron lo poco que cedía Rosas y en noviembre de 1849 se firmó el "Tratado Arana-Southern", por el que Inglaterra levantaba de modo unilateral el bloqueo.

Un año despues, Francia haría lo mismo que Inglaterra y levantó el bloqueo con la firma, el 31 de agosto de 1850, del "Tratado Arana-Leprédour", donde ademas devolvía las naves argentinas en manos francesas, la isla Martín García, evacuaba sus tropas acontonadas en Montevideo, reconocía la soberanía argentina sobre el Paraná, y se saludaría el pabellón argentino con 21 cañonazos su escuadra.

La política exterior de Rosas, dirigida por Felipe Arana, había logrado pleno éxito: en ningún momento Rosas había cedido nada en favor de la libre navegación de los ríos, de ninguna cesión de soberanía de ningún tipo, ni de aceptar la imposición de tratados de paz con la sitiada Montevideo.

Los defensores de Montevideo quedaron solos, y la ciudad no resistiría mucho más. Para aumentar la presión sobre la ciudad sitiada, Rosas prohibió todo tipo de comercio con Montevideo, tolerado hasta entonces.

La prohibición trajo un problema inesperado: el principal beneficiario del comercio con Montevideo eran los entrerrianos, y en particular el propio gobernador, general Justo José de Urquiza. Tocado en sus intereses materiales, pero también convencido de la necesidad de renovación política y de organización constitucional, y con varios ofrecimientos de alianzas de parte de los unitarios, Urquiza buscaría inicialmente convencer a Rosas a ceder.

La causa de Oribe y Rosas parecía destinada a triunfar. El gobierno de la Defensa en Montevideo, con las horas contadas, se apresuró a involucrar su última carta: el Imperio del Brasil y el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza.

Brasil no quería el triunfo de Rosas y Oribe en el Río de la Plata. Y el caudillo entrerriano Urquiza, buscando una salida más ágil y directa para sus ganados hacia sus compradores del exterior, sin pasar por la aduana de Buenos Aires, que Rosas controlaba y cuyas rentas no socializó nunca durante sus casi 20 años de gobierno, fue tentado por Manuel Herrera y Obes quien le ofreció el puerto de Montevideo para tales efectos.

A fines de 1850, el Imperio del Brasil salió en defensa de Montevideo. La caída de ésta en poder de un aliado de Rosas auguraba la perdida de sus bases comerciales en el Río de la Plata.

Ante la actitud hostil del Imperio, Rosas se preparó para la guerra y envió tropas a Urquiza para la eventual guerra contra el Brasil. Pero Urquiza las aprovechó en beneficio de sus planes.

Urquiza interpretó que Rosas abría un nuevo frente para seguir postergando la organización constitucional.

Reafirmó su alianza con el gobernador de la provincia de Corrientes Benjamín Virasoro, con quien compartía la preocupación por liberar el comercio fluvial y ultramarino, y el reclamo por una participación en los ingresos de la Aduana de Buenos Aires.

Urquiza no se movió hasta asegurarse la provisión de dinero. El encargado de proveérselo fue el Barón de Mauá, el banquero más importante del Brasil, cuyo emperador Pedro II de Brasil financió la campaña del Ejercito Grande.

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5.d) Urquiza. Pronunciamiento en contra de Rosas. 1 de mayo de 1851

El 1 de mayo de 1851 Urquiza aceptó la renuncia, en nombre del pueblo entrerriano, de Rosas como encargado de las relaciones exteriores, que como todos los años presentaba a las provincias de la Confederación Argentina. Hecho que quedó registrado en la historia como el Pronunciamiento en contra de Rosas.

Urquiza esperaba que otras provincias lo siguieran, pero solo el gobernador de Corrientes Benjamín Virasoro adhirió pocos días después.

Urquiza reemplazó de los documentos oficiales el ya familiar «¡Mueran los salvajes unitarios!», por la frase «¡Mueran los enemigos de la organización nacional!».

El pronunciamiento de Urquiza era la culminación de un período de tensión que venía desde años atrás. El poder fuerte y ya casi vitalicio de Rosas, excluyente de todo intento de organización nacional, el cierre de los ríos al comercio con el exterior y la aduana de Buenos Aires que lo absorbía todo, habían colmado la paciencia de muchos federales. La aduana porteña percibía impuesto sobre los productos importados y exportados de todo el país, en beneficio exclusivo de la provincia de Buenos Aires.

Luego, el 29 de mayo de 1851, Urquiza firmó un Tratado de Alianza con el Imperio del Brasil para luchar contra Oribe, en un claro desafío a la autoridad de Rosas. Firmaron el tratado por Urquiza: Antonio Cuyás y Sempere, el delegado brasileño: Rodrigo de Souza Coutinho, y Manuel Herrera y Obes por el Gobierno de la Defensa en Montevideo. Luego se ampliará para incluir a Corrientes y para enfatizar la liberación de la Confederación del dominio de Rosas y el retiro de todas las tropas argentinas del territorio Uruguayo.

Por un nuevo tratado complementario del 21 de noviembre Urquiza y los aliados declararon la guerra a la Confederación. Se invitó al gobierno de Paraguay a formar parte de la coalición contra la Confederación, pero el entonces presidente paraguayo Carlos Antonio López, atendiendo al resultado de la alianza que con los mismos fines se estableció con Corrientes en 1845, que al fracasar dejó al Paraguay económicamente aislado, se mantuvo al indeciso. Y Urquiza abrió la campaña permitiendo a la escuadra imperial ingresar a nuestros ríos interiores, en clara violación de nuestra soberanía.

En su artículo 14 se estableció "la libre navegación de los ríos interiores una vez derrocado Rosas". Los héroes de la Vuelta de la Obligado que habían luchado para impedir la violación de la soberanía en nuestros ríos no estaban presentes en la mentalidad de los firmantes del tratado.

Urquiza reunió entre 10.000 y 11.000 jinetes entrerrianos. Un gran esfuerzo para una provincia de 46.000 habitantes.

La prensa porteña reaccionó indignada por esta "traición"; todos los demás gobernadores lanzaron anatemas y amenazas públicas contra el "loco, traidor, salvaje unitario Urquiza", pero ninguno se movería en su defensa.

Mientras tanto Rosas todavía permanecía incrédulo, a pesar de las evidencias, de que Urquiza fuera capaz de la traición después de tantos años al frente de los ejércitos confederados. .
5.e) Urquiza. Fin del sitio a Montevideo. 8 de octubre de 1851.

Poco después las fuerzas entrerrianas y correntinas pasaron a territorio oriental atravesando el río Uruguay el 16 de julio de 1851, para quitar de en medio a Manuel Oribe. Se destacaba entre los jefes de las fuerzas de Urquiza el general Uruguayo Eugenio Garzón, quien al igual que Urquiza había sido un antiguo camarada de armas de Oribe. Garzón llegó a ser el jefe de Estado Mayor del ejército de Oribe, pero, por diferencias de criterio antes de la batalla de Arroyo Grande del 6 de diciembre 1842, fue despedido por este, y desde entonces, Urquiza lo tenía al mando de las fuerzas entrerrianas sobre las costas del río Uruguay.

Urquiza cruzó el río Uruguay a la altura de Paysandú, contando con la complicidad de Servando Gómez, oficial de Oribe que debía haberle impedido el paso. Simultáneamente el general Garzón atravesó el río por el Hervidero (a la altura de Concordia) y Joaquín Virasoro por el Paso de los Higos. En total marchaban 6.000 entrerrianos y 1.500 correntinos. A ellos se sumaron los 2.500 hombres de Gómez. Durante esos días Urquiza acuñó la famosa frase "ni vencedores ni vencidos" para intentar convencer a las fuerzas de Oribe de la necesidad de rendirse. En realidad, Urquiza declaró esta consigna cuando Oribe le entregó las tropas argentinas que sitiaban Montevideo.

En simultáneo, por el norte del país ingresaron tropas brasileñas. Rosas declaró la guerra al Brasil.

Las tropas enviadas por "El Imperio" al mando del general Manuel Marques de Sousa partieron desde la provincia de Rio Grande do Sul, cruzando la frontera de la Banda Oriental en dos columnas sumando 16.800 hombres, 6.500 de infantería, 8.900 de caballería, 23 piezas de artillería y tren logístico. Era una columna más pesada y poderosa que la del Ejército Entrerriano - Correntino.

Urquiza no esperó a las tropas brasileras y decidiría la suerte de esta primera fase sin la presencia del Imperio.

En su avance hacia Montevideo, la mayor parte del ejército "blanco" de Oribe se pasó al de Urquiza. Muchos de los jefes y oficiales orientales, cansados de los largos años de fracasos frente a Montevideo, siguieron el ejemplo de Garzón.

Oribe se rindió sin combatir y levantó el sitio a Montevideo el 8 de octubre de 1851, pues quedó casi solo, defendido solo por las fuerzas porteñas, que no tenían instrucciones adecuadas sobre qué hacer. El acuerdo de Oribe con los emisarios de Urquiza y del Imperio del Brasil, señalaba que Garzón sería el presidente del Uruguay.

Pero Garzón enfermó gravemente en camino a Montevideo y falleció poco después de su llegada, el 1 de diciembre de 1851, por lo que fue elegido Juan Francisco Giró en su reemplazo.

El Sitio de Montevideo, también conocido como "Sitio Grande", se prolongó casi nueve años entre 1843 y 1851. En este período, coexistieron dos gobiernos en el territorio uruguayo: por un lado, el gobierno de Manuel Oribe en el campo sitiador, cuyo centro estaba en el campamento militar del Cerrito; por otro lado, el gobierno de la Defensa, ubicado en el interior del recinto de Montevideo.

Nota: Porque Oribe se rindió tan fácilmente? Los años de continuas campañas y guerras fatigaron y desmoralizaron a las tropas orientales.

El Oribe tenía a su disposición poderosas fuerzas que le había facilitado y equipado Rosas. Ellas se mantenían fuertes en medio de la inacción y deserciones de los soldados orientales. Rosas no se explicaba por qué Oribe no enfrentaba a Urquiza y, en cambio, decidiera continuas retiradas. El representante inglés Southern explicó a Londres los motivos de esa actitud de Oribe. Dijo: "Ahora está claro que todo lo que ha ocurrido en la Banda Oriental ha sido el resultado de un entendimiento entre el general Urquiza y las personas mas importantes alrededor del general Oribe (...)"

Las tropas de Oribe eran engañadas y arrinconadas colocándoles en la imposibilidad de luchar (según la versión de Southern).

Después se les comunicó que se había firmado la paz y podían hacer lo que creyeran mejor. La renuncia de Oribe, selló la suerte de las tropas argentinas.

Rosas ignoraba la real situación de la Banda Oriental y nunca dudó de la lealtad de Oribe. Solo el Coronel Ramos advirtió que algo estaba ocurriendo y se trasladó a Buenos Aires para informar a Rosas sobre la extrañeza que producía entre los argentinos la actitud y decisiones de Oribe.

Cuando Oribe capituló en el cuartel del Pantanoso (8 de octubre 1851) se estableció que las fuerzas argentinas quedarían a las órdenes de Urquiza. Tras lo cual muchos de sus integrantes desertaron.

Fuente: La deslealtad de Oribe y el destino de las tropas argentinas www.argentinahistorica.com.ar

La ayuda brasileña se pagó cara, ya que, Uruguay cedió una gran franja de su territorio en el norte del país, que desde hacía tiempo se encontraba invadida por ganaderos brasileños, además, el Uruguay reconocía al Brasil como garante de su independencia, lo que le aseguraba al Imperio el derecho de intervenir en la política interna de su vecino.

Urquiza permitió a los jefes porteños embarcarse hacia Buenos Aires, dando a entender que sus tropas los seguirían. Pero los oficiales fueron alejados de la costa por los buques ingleses y las tropas porteñas fueron incorporadas a la fuerza al ejército de Urquiza, unos 4.000 soldados veteranos bonaerenses (2345 jinetes, 1720 infantes y 220 artilleros). Fue un golpe demoledor para Rosas, sus mejores tropas, aprovisionadas desde Buenos Aires, serían ahora utilizadas en su contra.

El 21 de noviembre de 1851, disuelto el ejército de Oribe, Brasil, la Banda Oriental y Urquiza firmaron un nuevo Tratado en Montevideo donde acordaron los elementos con los que cada una de las partes contribuiría a la formación del ejército encargado de deponer a Rosas.

El Brasil debía contribuir con 3.000 infantes, un regimiento de caballería, dos batallones de artillería y su escuadra. También aportaría la suma de 100.000 patacones mensuales, por el término de cuatro meses, mientras durasen las operaciones, que debían serle devueltos al término de la contienda, con un adicional del 6% de interés anual. No fue gratis, serían garantes para el pago de esta deuda, los gobiernos de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, mediante la caución de sus rentas y las tierras públicas de Entre Ríos y de Corrientes quedaban hipotecadas para financiar la campaña.

El estado Oriental debía aprontar 2.500 combatientes, con su armamento, y Urquiza debía concurrir con 18.000 hombres.

Urquiza se comprometió a reconocer la independencia del Paraguay y del Uruguay, permitiendo la libre navegación de los ríos.

Montevideo fue “liberada”. Los unitarios que desde aquí, no dudaron en apoyar a las potencias invasoras con tal de ver derrotados a sus enemigos internos, lograron su victoria. Pero se perdió, ya definitivamente, la oportunidad de reincorporar la Banda Oriental a la Confederación. .
5.f) La Campaña del Ejército Grande.

La escuadra brasilera, fondeada en el puerto de Montevideo, estaba compuesta de las siguientes naves: fragata "Constitución", corbeta "Doña Francisca", corbeta "Doña Januaria", corbeta "Unión" y "Bertroga", el bergantín "Calipso", y los vapores: fragata a vapor "Dom Affonso", corbeta a vapor "Dom Pedro II", corbeta a vapor "Recife", vapor "Dom Pedro".

El 31 de octubre, a 21 días de haber arribado a Montevideo (al campamento “El Pantanoso”), Urquiza reembarcó hacia Entre Ríos en el vapor brasileño Affonso, instalándose luego en el primer punto de reunión de las fuerzas aliadas: Gualeguaychú. Junto a él iba un convoy de transportes el cual llevaba a bordo al contingente porteño, el cual apenas desembarcado fue destacado al campamento del Calá. Urquiza estaba de vuelta en Entre Ríos. Durante su ausencia, el coronel Hilario Lagos había salido de Entre Ríos con las tropas que allí tenía Rosas.

Mientras tanto la caballería entrerriana, al mando del coronel Manuel Urdinarrain, regresó a su provincia para acantonarse en el campamento Calá; la caballería correntina, al mando del coronel José A. Virasoro, también regresó a su provincia. En recompensa por su actuación en Uruguay, el gobierno correntino licenció por veinte días a las milicias del contingente de Virasoro, las cuales, finalizado el período de licencia, se dirigieron a Entre Ríos a incorporarse al Ejército Correntino, acampado cerca de Paraná.

Urquiza, saliendo de Gualeguaychú, se instala en el campamento del Calá, donde se concentra y organiza sus milicias entrerrianas. Alistada la tropa, el 13 de diciembre de 1851, Urquiza se dirigió junto a ellas y al contingente porteño al puerto de Punta Gorda (Diamante), último punto de reunión de las fuerzas aliadas previo al cruce del rio Paraná. Llegando el 19 de diciembre a Punta Gorda, donde ya se encontraba el general Virasoro con el contingente correntino.

El tratado designaba a Urquiza General en Jefe del Ejército Grande, y al General Benjamín Virasoro en su segundo al mando y Jefe de Estado Mayor. Urquiza además designó a los siguientes oficiales superiores en puestos de gran importancia para las operaciones inmediatas, al Coronel entrerriano José Miguel Galán como Jefe de las Fuerzas acampadas en Diamante, algo así como un Jefe de Guarnición, al Coronel correntino Juan Madariaga - Capitán del Puerto de Diamante y gran conocedor de la zona – a cargo de supervisar la secuencia y el orden del cruce del río y por último, al General correntino Pedro Ferré, ex gobernador de la provincia de Corrientes y uno de los firmantes del Pacto Federal con la responsabilidad de armar y alistar una flotilla de balsas para facilitar el cruce del río.

El lugar seleccionado por Urquiza para la concentración del Ejército fue la Villa del Diamante aproximadamente 40 km al sur de la ciudad de Paraná y el sector desde donde partirían las fuerzas tenía un ancho aproximado de 400 metros y un frente de 1.500 metros. El villerío tiene 83 casas y 500 habitantes, y concentraría a 28 mil hombres, 50 mil caballos y pertrechos.

Conjuntamente con la reunión de tropas en Diamante, se reunirían tropas en la "La Bajada" (Paraná) a las órdenes del Coronel José María Francia quien con 800 hombres tendría la misión de atraer la atención y engañar al enemigo sobre el verdadero sector donde se ejecutaría el franqueo principal.

Como hace unos meses atrás (mayo), al comienzo de la campaña al Uruguay para liberar Montevideo, Entre Ríos puso nuevamente en marcha la movilización de sus "milicias", haciendo saber a todos sus habitantes aptos para manejar armas y sin excepción, que debían hallarse el 15 de diciembre en Diamante provistos de su propia vestimenta militar y tres caballos en buen estado.

Sarmiento nos relata en "Campaña en el Ejército Grande" (Pág. 161) que: "Entre Ríos tenía en ese entonces 40.000 habitantes, es regla estadística que los dos tercios son mujeres y niños hasta 16 años, y del resto un cuarto ancianos, los enfermos, y los ricos, ........ Así pues, en Entre Ríos sale a campaña todo varón viviente propietario o no, artesano, enfermo, hijo de viuda, hijo único, ........ nadie falta, porque nadie puede faltar…”

Nota: Milicias y Levas: Durante la época de las Guerras Civiles Argentinas, las "Levas" eran utilizadas como un método de reclutamiento forzoso de soldados para los ejércitos. Esta era una práctica común en todos los bandos. Las levas eran impopulares entre la población y generaban descontento y resistencia, ya que los reclutas eran separados de sus familias y obligados a dejar sus trabajos y sus vidas cotidianas para servir en el ejército, lo cual conllevó un alto índice de deserciones durante las campañas.
Ver: Papeleta de Conchabo y leva. Herramientas de la guerra wwww.100historiasargentinas.blogspot.com

El contingente con que el Estado Oriental contribuiría a la guerra, se organizó con casi 1.800 infantes, distribuidos en cuatro batallones (tres de ellos pertenecientes a la veterana guarnición de Montevideo, que hasta hacia poco custodiaban la plaza sitiada, y el cuarto batallón, perteneciente al ejército sitiador de Oribe), y un escuadrón de artillería volante, 6 piezas de a 6, servido por 200 artilleros. La tropa estaría al mando del coronel César Díaz.

El contingente oriental, salió de Montevideo el 4 de diciembre, en dos transportes custodiados por los vapores brasileños Pedro II, Recife y Golfino, remontó los ríos Paraná Guazú e Ibicuy y desembarcó el día 9 en el Potrero de Peréz, cerca la boca del río Gualeguay. Tras esperar durante diez días los auxilios en transportes prometidos por el general Urquiza, el 18 de diciembre el contingente oriental finalmente rompió marcha por tierra hacia Diamante, llegando el 28 de diciembre.

En la madrugada del 16 de diciembre, ingresó al río Paraná Guazú los primeros tres batallones (1198 infantes) pertenecientes a la 1° División auxiliar brasileña, al mando del brigadier Manuel Marques de Sousa, la cual había sido embarcada dividida en dos secciones en Colonia. Estaba custodiada y transportada por la escuadra brasileña, compuesta por la fragata a vapor Dom Affonso, las corbetas a vapor Dom Pedro II, Recife y el buque a vapor Dom Pedro, remolcando a las goletas de vela Dona Francisca, União y al bergantín Calíope. La escuadra brasileña, comandada por el almirante Grenfell, el 17 de diciembre fue atacada por las baterías porteñas, al mando del brigadier Lucio Norberto Mansilla (cuñado de Rosas), apostadas en las barrancas del paso del Tonelero.

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5.f.I) Batalla del Paso del Tonelero. 17 de diciembre 1851.

Combate Paso del Tonelero. Obra de Trajano Augusto de Carvalho (1938)

Navíos brasileños pasando por Tonelero. Revista de História da Biblioteca Nacional n° 41

Una parte de la escuadra brasileña al mando del vicealmirante "John Pascoe Grenfell ingresasó por el río Paraná para reforzar las fuerzas que Urquiza reunía en Entre Ríos, buscando ademas un punto para el desembarco de tropas. El convoy zarpó de Colonia del Sacramento hacia Diamante, embarcando a la división brasilera de tres batallones, al mando del brigadier Manuel Marques de Sousa.

En carácter de “invitados especiales” se embarcaron, tambien en Colonia, los oficiales unitarios: Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento (dos futuros Presidentes de la Argentina) y Wenceslao Paunero, en el buque insignia de la escuadra del Imperio, el vapor "Dom Afonso".

La otra parte de la escuadra brasileña quedó en Colonia amenazando y bloqueando Buenos Aires. Ademas, en Colonia quedaron alrededor de 12.000 brasileños como reserva. Rosas carecía de una escuadra que pudiera entorpecer los movimientos de las naves imperiales.

El 17 de diciembre las baterías de Mansilla, apostadas en el paraje llamado "El Tonelero", ubicado entre Ramallo y San Nicolás, enfrente del "Paso del Tonelero", con 16 cañones respaldados por un escuadrón de caballería y dos batallones de infantería, atacaron en un intento de detener el avance del convoy de siete buques de guerra brasileños. El fuego fue contestado por los más de 60 cañones de los buques imperiales que lograron pasar.

En este mismo lugar, 5 años antes, el general Lucio Norberto Mansilla, el 22 de noviembre de 1845 y 9 de Enero de 1846 durante la “Guerra del Paraná" (ver Bloqueo Anglo-flances del rio de la Plata) combatió a la escuadra anglo-flancesa, en forma parecida.

Nota: Porque Rosas no tenía flota de Guerra? Recordemos que durante el "Bloqueo Anglo-Flances del Rio de la Plata" en agosto de 1845, la pequeña escuadra de la Confederación Argentina al mando del Almirante Brown, fué abordada cuando sitiaba al Puerto de Montevideo, hecho conocido como (El Robo de la Escuadra). Finalizado el bloqueo, en 1848, fueron devueltos pero no se encontraban en condiciones y no se tenía tripulación.

Además, las cruentas Guerras Civiles (porque las provincias del Alto Plata querían recibir cargamentos extranjeros directamente en sus puertos y aduanas, sin que Buenos Aires impusiera impuestos previamente) previas a Caseros limitaron los recursos económicos y tecnológicos de Rosas, que no daba importancia a la marina porque centraba su gobierno principalmente en el control del interior del país, para mantener una escuadra naval.

En ese punto el río tiene un canal que pasa a tiro de fusil de las barrancas. Mansilla distribuyó en pelotones a su infantería que parapetó tras prominencias y zanjones.

Al presentarse la escuadra brasileña, se inició un duelo de artillería que duró una hora donde se intercambiaron alrededor de 500 balas por lado, más el fuego de fusilería.

Según la fuente, la escuadra tuvo serios daños en cuatro de sus naves. El parte de Mansilla a Rosas lo da a entender, mientras que el del vicealmirante Grenfell apenas menciona las disposiciones tomadas y el paso efectuado. El mismo Sarmiento en correspondencia admite que sentía las balas alrededor, así como asume el número de tiros de cañón intercambiados; lo que, dado el terreno y por mayor que sea la impericia de los artilleros, hace difícil pensar en que los daños no fueran mayores.

Tras la batalla, el general Mansilla abandonó los acantonamientos de Ramallo, dejando clavados los cañones que guarnecían "El Tonelero". Los días 23 y 24 de diciembre, el Ejército Grande comenzaría a cruzar el río Paraná.

Batalla-de-tonelero-1.jpg
Cruz conmemorativa en el Paraje El Tonelero. Nota: en este lugar tuvieron lugar tres batallas, las primeras dos: el 22 de noviembre de 1845 y 9 de Enero de 1846 contra la flota alglo-francesa en el marco de la “Guerra del Paraná” y la otra el 17 de diciembre de 1851 contra la flota imperial del Brasil en el marco de la Campaña del Ejercito Grande, ambas durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
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5.f.II) El Ejercito Grande se reúne en Punta Gorda.

El “Ejército Grande” concentrado en Punta Gorda (Diamante) quedó finalmente formado con cerca de 28.000 hombres. Las cifras varían. El Atlas del Colegio Militar da un total de 28.180 hombres, de los cuales 16.679 eran de caballería con 45 cañones. Del total de hombres 24.000 eran argentinos (10.670 de Entre Ríos, 5.260 de Corrientes, 4.240 de Buenos Aires, del rendido ejército de Oribe), 1.970 orientales , 4.040 brasileños (sin contar los que servían en la escuadra) a los que hay que agregar alrededor de 2.000 que iban a cargo de los bagajes. Estas cifras son reproducidas por el historiador Ricardo Levene.

Además contaban con fuerzas reservistas brasileñas situadas en Colonia, al mando del Marqués de Caxias conocido como “Ejército Chico” con 12.000 hombres, que amenazaban con desembarcar directamente sobre las costas de la cuidad de Buenos Aires, obligando a Rosas a retener parte de sus fuerzas para evitar el ataque.

Muchos de los jefes de Divisiones eran federales conversos, como Gregorio Aráoz de Lamadrid y Juan Madariaga, a los que se habían unido algunos otros unitarios, tales como el teniente coronel Bartolomé Mitre (con 30 años) quien combatió como jefe de la artillería oriental y Domingo Faustino Sarmiento (con 40 años) quien se desempeñó como redactor de los Boletines Oficiales con el grado de Teniente Coronel.

Nota: Por desacuerdos con Urquiza, tanto Sarmiento como Mitre se retirarían una vez vencido Rosas.

Sarmiento utilizaría su experiencia y los materiales de la campaña, incluyendo su libreta y los Boletines de Guerra oficiales de los cuales era responsable (fueron 26), para escribir un libro en el que narró la avanzada militar del Ejército Grande, publicado el 12 de noviembre de 1852.

En este texto, argumenta su sospecha de que Urquiza planifica instaurar un orden demasiado parecido al que se acababa de derrocar en Caseros.

Ver: “Campaña en el Ejército Grande Aliado de Sud-América”

En dicho libro Sarmiento escribió sobre si mismo: "Soldado, con la pluma o la espada, combato para poder escribir, que escribir es pensar; escribo como medio y arma de combate, que combatir es realizar el pensamiento".

En cuanto a Bartolomé Mitre, este tenía una visión política diferente a Urquiza. Mitre era unitario, abogaba por un gobierno centralizado en Buenos Aires, mientras que Urquiza, como líder de la facción federal, defendía la autonomía de las provincias, que Buenos Aires formara parte de la Confederación Argentina y una distribución más equitativa del poder.

Después de la Batalla de Caseros, Bartolomé Mitre recibió el nombramiento de Ministro de Guerra y Marina del gobierno de Buenos Aires. La lucha entre Buenos Aires y la Confederación no había cesado con la caída de Rosas, y en los enfrentamientos armados que siguieron a Caseros, los encontramos a Mitre liderando a las fuerzas unitarias y Urquiza las fuerzas federales.

/ Mitre al mando del ejército bonaerense, sería derrotado por las fuerzas de Urquiza el 23 de octubre de 1859 en la Batalla de Cepeda, lo que resultó en que Buenos Aires se uniera a la Confederación. Sin embargo, y a pesar de la derrota, al año siguiente (1860) Mitre sería nombrado Gobernador de Buenos Aires.

Volverían a enfrentarse el 17 de septiembre de 1861 en la Batalla de Pavón, saliendo victorioso, esta vez, Mitre consolidando su posición, unificó el país bajo su autoridad y sentó las bases para la creación de un gobierno centralizado.

El acantonamiento y cuartel del Ejército Grande se había establecido en Punta Gorda, cercano a una bajada denominada «El Brete», dominada por una gran barranca, donde en julio de 1840 se construyeron los reductos que levantaron los generales José María Paz y Tomás de Iriarte para proteger la retirada de las tropas unitarias del general Juan Lavalle luego de ser derrotadas en la batalla de Sauce Grande por las fuerzas federales entrerrianas del general Echagüe. Allí, desde donde hoy se encuentra la "Plazoleta de Punta Gorda" el general Urquiza, junto a su Estado Mayor revistó a sus tropas, y contemplo el cruce

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5.f.III) El cruce del río Paraná. 23 diciembre 1851 a 6 de enero 1852.
Pasarán por el inmenso río unos 24 mil soldados y 50 mil caballos, favorecidos por una gran bajante.

"El gran cruce del Río Paraná". Cuadro de Emilio Caraffa, se encuentra en el Salón Dorado de la Casa de Gobierno de Entre Ríos en Paraná.

“Paso del Paraná por el ejército de Urquiza" publicado el 27 de marzo de 1852 en el semanario francés "L'illustration journal universel" que contaba con los mejores dibujantes del momento (su marca era disponer de una rica iconografía mediante el uso de grabados, fotografías y dibujos)

El 22 de diciembre finalizaron los aprestos para cruzar el río Paraná y trasladar a la orilla santafesina al Ejército Grande. Del otro lado del río la Confederación aguardaba alistando 1.000 hombres en Coronda a órdenes del General Echagüe, 1.400 en San Lorenzo con el Coronel Santa Coloma, 1.600 de la División Serrano cerca de Rosario y mucho más al sur, en Buenos Aires, el General Pacheco disponía de 19.500 hombres en Santos Lugares, más 5.800 en la Guardia de Luján con la vanguardia apoyada próxima al Arroyo del Medio a órdenes del Coronel Hilario Lagos.

En "La Bajada" (Paraná) comenzaron a franquear a nado las tropas a órdenes del Coronel Francia hacia la isla de Colastiné continuando luego hasta San José del Rincón y desde allí a la capital santafesina donde encontraron la plaza rendida.

Al mismo tiempo, en Villa del Diamante fue tomando impulso el franqueo. Al decir de Sarmiento en "Campaña en el Ejército Grande" (pag.164):"el sol de ayer ha iluminado uno de los espectáculos más grandiosos que la naturaleza y los hombres pueden ofrecer, el pasaje de un gran río por un grande ejército”. describiendo al imponente espectáculo que ofrecían centenares de nadadores guiando caballos que buscaban alcanzar la orilla opuesta, a lo que se sumaría el servicio de las jangadas dirigido por el General Madariaga y la asistencia de un vaporcito brasilero para remolcar las jangadas.

El exgobernador y caudillo correntino, Pedro Ferré era un experto carpintero de navíos fluviales, y fue quien envió las balsas circundadas por listones de madera, que construyó en La Paz, capaces de contener piezas de artillería, bagajes y caballos.

Desde Punta Gorda, las tropas fueron cruzando el Paraná desde la víspera de Navidad (23 de diciembre) hasta el día de Reyes de 1852 (6 de enero). Las tropas de infantería y los pertrechos de artillería cruzaron en buques militares brasileños, mientras la caballería cruzó a nado.

La caballería cruzo, en otro lugar, a casi tres kilómetros del pueblo, en un paraje llamado "Las Mangas", y tanto los entrerrianos como los correntinos los cruzaron a nado, dado que sus caballos estaban acostumbrados a vadear cursos de agua. Una bajante significativa del río producida por una temporada de sequía favoreció el cruce. Con la finalidad de asegurar una cabeza de playa para consolidarse en territorio enemigo, Urquiza formó una vanguardia compuesta por casi 4000 soldados de caballería de la divisiones entrerrianas de los coroneles Galarza, Urdinarrain y Palavecino, dos batallones de infantería correntina y una batería de 6 piezas de artillería, también correntina.

La cercana población de Coronda ya había sido abandonada por la división porteña del coronel Santa Coloma, ante la cercanía de las fuerzas del coronel Francia.

Al día siguiente (24 de diciembre), el general Urquiza, cruzó el río Paraná y ya en costa firme de Santa Fe, llegó a la posta de Barrancas (actualmente Barrancas Viejo, en las afueras de la moderna Barrancas), sobre el camino a Santa Fe. El 25 de diciembre, al día siguiente, Urquiza, a la cabeza de la vanguardia de Ejército Grande, estableció un campamento provisorio sobre el río Carcarañá.

Cuando Urquiza toma conocimiento de que Santa Fe y Coronda estaban rendidas, hizo incrementar el ritmo del cruce, y ordena el embarcado de la división brasilera que había llegado con la escuadra brasileña del almirante Grenfell directamente en el costa santafesina en el paraje del "El Espinillo" (al norte de Rosario), donde estableció su nuevo Cuartel, y a partir de ese momento el cruce se ejecutó en forma directa hacia el nuevo campamento.

El franqueo fue un éxito, con muy pocas bajas, pero con una cantidad importante de extraviados, quienes al perder el rastro de aquellos que los precedían, estuvieron deambulando por las islas y la costa santafecina durante varios días hasta que fueron enviados baqueanos en su búsqueda.

Urquiza empleó quince días en pasar su ejército por el Paraná, por el único punto por donde era posible hacerlo, y no encontró resistencia alguna. Este hecho que presuponía incapacidad o impotencia de Rosas y de sus generales, asombró a todos. El 8 de enero todo el Ejército Grande, compuesto por 28.160 hombres, estaba sobre la orilla santafesina con sus elementos más avanzados a la altura del arroyo Pavón, 50 km al sur de Rosario.

Enterado de que el cruce del Ejército Grande se estaba efectuando de manera exitosa, el gobernador santafesino, el general Pascual Echagüe, no consideró una buena opción enfrentar el avance del ejército invasor y retrocedió en dirección al sur, unidas sus fuerzas con la división porteña del coronel Santa Coloma, para contactar al brigadier Ángel Pacheco, que tenía su división en San Nicolás de los Arroyos. Echagüe y Santa Coloma pudieron fugar a Buenos Aires dando un gran rodeo por la pampa santafesino-cordobesa, mientras las deserciones de sus fuerzas aumentaba sin cesar. Llegarían finalmente a Buenos Aires con solo 300 hombres.

La provincia de Santa Fe había sido tomada tan pacíficamente como el Uruguay. Allí el general Urquiza encontró una enorme acogida por parte de la población y del nuevo gobernador Domingo Cullen. .
5.f.IV) El Pronunciamiento de Rosario.

Con semejante presencia en sus afueras, la Villa del Rosario, caserío de unas 4.000 almas, reaccionó y un grupo de ciudadanos se reunió el jueves 25 de diciembre en el "hueco de Cardoso", un terreno actualmente situado en Juan Manuel de Rosas entre San Luis y San Juan, y se decide apoyar a Urquiza. De esta manera, la Villa del Rosario conformó una junta revolucionaria y puso a disposición de Urquiza "dos batallones de milicias", que sumarían un total de 2.000 hombres, entre los que había soldados y oficiales proscriptos que habían peleado con el general Juan Lavalle.

Para el 2 de enero, Sarmiento se habría instalado en Rosario, en la casa del comandante rosista Martín Santa Coloma en Comercio (luego Laprida) y Santa Fe. Ante el avance del Ejército Grande y la ausencia de su dueño, quien para ese entonces había abandonado Rosario para plegarse a las tropas que estaba preparando Rosas, la vivienda había sido tomada y se había instalado allí la imprenta portátil, que traía Sarmiento, la cual sería la primera Imprenta de Rosario.

La imprenta se había comprado en Montevideo, pesaba unas 6 toneladas, y Sarmiento nos dice que "aunque la prensa de hierro colado era enormemente pesada, yo la tomé, seguro de obviar todas las dificultades". El impresor era el alsaciano José Alejandro Bernheim tipógrafo y periodista que estaba en Montevideo desde 1850.

En uno de estos boletines Sarmiento escribiría un vaticinio para la ciudad: "El Rosario está destinado, por su posición topográfica, a ser uno de los más poderosos centros comerciales de la República Argentina".

A) Domingo Faustino Sarmiento en sus épocas del ejército que de Urquiza B) Boletín nº 1 del "Ejército Grande de la América del Sur" escrito por Sarmiento y publicado con una imprenta móvil C) La casa en la izquierda, como estaba en 1851, hoy demolida, era propiedad del Coronel Santa Coloma y en ella Sarmiento instaló Sarmiento la primera imprenta de Rosario, durante algún tiempo (fotografía Archivo Municipalidad de Rosario).
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5.f.V) La marcha hacia Buenos Aires.

El 8 de enero de 1852 todo el Ejército Grande estaba acampado a lo largo de la costa de El Espinillo y a sus inmediaciones. Su vanguardia, al mando del propio General en Jefe, se encontraba a orillas del arroyo Pavón, a 55 kilómetros al sur de El Espinillo. Santa Fe y Rosario ya habían sido ocupadas. Aquí, el general Urquiza reorganizó a todos los cuerpos de los ejércitos presentes (de Entre Rios, De Corrientes, de Santa Fe. de Brasil, de Uruguay y las de ejercito de Buenos Aires que estaban en el sitio de Montevideo) en diez columnas o Divisiones mayores y una Escolta:

- Escolta (1000 jinetes)
- División de Caballería del coronel mayor Gregorio Aráoz de Lamadrid (1.500 jinetes)
- División de Caballería del brigadier Juan Pablo López (3500 jinetes)
- División de Caballería del brigadier Anacleto Medina (1400 jinetes)
- División de Caballería del coronel mayor José Domingo Ábalos (5000 jinetes)
- División de Caballería del coronel Manuel Urdinarrain (1300 jinetes)
- División de Caballería del coronel Miguel Galarza (1.500 jinetes)
- División de Caballería del coronel Manuel Palavecino (1.100 jinetes)
- División de Infantería del coronel José Miguel Galán (infantería argentina) (2700 infantes y 700 artilleros)
- División de Infantería del brigadier Marques de Sousa (1° División brasileña) (2300 infantes y 300 artilleros)
- División de Infantería del coronel César Díaz (contingente oriental) (1500 infantes y 200 artilleros)

En el Ejército Grande no había Estado Mayor General. Los jefes de División recibían órdenes directamente del General en Jefe en la vanguardia y del Mayor General en el grueso del ejército. No poseía Cuerpo de Ingenieros, ni maestranza, ni fraguas de campaña, excepto una que llevaban los brasileños. Tampoco había hospitales de campaña ni cuerpo de sanidad militar. Los brasileños y los orientales tenían algunas ambulancias para socorrer a los heridos y un cuerpo médico de cirujanos y a ellos acudían en caso de urgencia, todos los demás cuerpos que no disponían de dichos beneficios. En materia de Hacienda, no había intendente, ni tesorero, ni comisarios ordenadores y de guerra, ni proveedor general de víveres.

Reconcentrado el Ejército Grande en El Espinillo, su base militar debía establecerse sobre el mismo río, puesto que a lo largo de su recorrido, se encontraban las poblaciones de Rosario, San Nicolás y San Pedro donde se podía contar con el apoyo de la escuadra brasileña. Sin embargo el general Urquiza, para asegurarse buenos pastos y frecuentes aguadas para su numerosa caballería, se internó en la provincia de Buenos Aires por el oeste, alejándose de la costa del río Paraná, de sus aliados y de su base. De esta manera, el Ejército Grande quedó aislado muchos días en medio de las soledades de la Pampa sin comunicación con ningunos de los centros de sus recursos.

Dice el coronel César Díaz, jefe de la División Oriental, en sus Memorias, que el Ejército Grande marchaba dos veces al día: de las tres y media a las diez u once de la mañana, y de las cuatro de la tarde hasta el anochecer; pero cuando no se podía hacer esa división, por falta de agua, se hacía una sola jornada, que empezaba al amanecer y terminaba a las dos de la tarde. No había paradas de descanso y los tramos fijados se cumplían sin interrupción.

La infantería sufría mucho con estas largas marchas y muchos hombres rezagados se arrastraban como podían y llegaban al campamento dos o tres horas después de estar acampado el ejército. La división brasileña perdió así muchos soldados, especialmente los batallones formados por alemanes. Dice Díaz que los soldados uruguayos cumplieron esas largas marchas con agilidad y buen orden «a pesar de estar cargados con la mochila y el capote que no llevaban los soldados argentinos».

El brigadier Marques de Sousa se sintió muy incómodo durante la larga marcha a Buenos Aires. Había pasado su vida hasta aquel momento luchando contra hispanoamericanos y ahora marchaba como su aliado. No confiaba en ellos, y ellos no confiaban en él. Solo compartió sus pensamientos con Sarmiento (a cargo de la imprenta volante de Ejército Grande): "Nosotros (los brasileños) formamos aquí un grupo separado, no hablamos con nadie, nadie se acerca a nosotros y podemos decir que caminamos entre enemigos".

La sequía que asolaba la llanura, hacía más dramática la marcha: los campos estaban resecos y los pastizales ardían de continuo en voraces incendios. La tropa no llevaba tiendas de campaña y cuando ocasionalmente caía alguna lluvia, los pobres soldados quedaban a la intemperie, envueltos en sus ponchos y capotes, esforzándose en vano en mantener a cubierto sus fusiles y municiones.

Sobre un frente de unos 7 kilómetros más o menos, el grueso del ejército se dividió en cinco columnas: Al centro las divisiones de infantería brasileña (Marques de Sousa), oriental (Díaz) y argentina (Galán). En los flancos las divisiones de caballería del general Ábalos y del coronel Urdinarrain. Los trenes, parques y bagajes venían detrás.

El racionamiento de la comida era bastante desordenado, con carneadas a discreción, y reparto de yerba y tabaco. Dadas las condiciones de higiene de los acampes, sumadas al rigor del verano, el Ejército Grande sufrió una epidemia de disentería que con fiebre, diarrea y vómitos y fuertes dolores abdominales preocuparon a Urquiza. Fue consultado el médico francés Amado Bonpland, quien residía en Corrientes, el cual recetó el uso de la corteza de la granadilla (o pasionaria), planta presente en el Litoral.
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5.f.VI) Las sublevaciones y deserciones se repitieron en ambos bandos.
Los soldados que componían las tropas no siempre tenían muy claras las fidelidades partidarias. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos eran reclutados a través de levas y sin muchas explicaciones se encontraban peleando para una causa o para la otra.

Destacaría, por lo dramático, la sublevación del Batallón de Aquino:

Coronel Pedro León Aquino.
A mediados de 1851, Pedro León Aquino embarcó desde Chile rumbo a Montevideo junto a Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre. Allí se unieron al ejercito comandado por Justo Jose de Urquiza, que acababa de poner fin al sitio de Montevideo.

Urquiza incorporó a Aquino con el grado de coronel, dándole el mando de un batallón de caballería formado por los soldados federales que Rosas había enviado en apoyo a las fuerzas sitiadoras que comandara el ex-presidente uruguayo Manuel Oribe.

Eran 500 hombres, que separados de sus antiguos jefes, fueron incorporados a la fuerza al ejército de Urquiza una vez rendido Oribe.

Como muchos oficiales de los Granaderos a Caballo durante el periodo de la Guerra de Independencia, Aquino lucía un aro de oro en la oreja como miembro de dicha cofradía. Oficiales de la talla como Miguel de Cajaraville, Eustoquio Frías, Mariano Necochea, Rufino Guido, o Ángel Pacheco, lucen en sus orejas, en sus retratos, sendos aros.

Aquino intentó disciplinar a esta tropa de soldados que habían servido fielmente a Rosas durante más de 10 años, en la lucha contra Lavalle, la revolución del sur y en el asedio de Montevideo, castigando con el cepo o la estaqueada ante la mínima insubordinación. El coronel estaba dispuesto a convertir a esta “montonera” en un aguerrido batallón, y a tal fin, acampaba lejos del Ejército Grande para instruir a sus soldados en las voces de mando y tácticas de combate.

Esos soldados no estaban conformes de combatir a las órdenes de oficiales unitarios que habían sido siempre sus enemigos, y deciden rebelarse. En la noche del 10 de enero de 1852, cuando acamparon alejados del resto del ejército, que se encontraba en el Espinillo, los soldados mataron a lanzazos a Aquino y a otros jefes unitarios. Marchando luego hacia Santos Lugares, con la oreja de Aquino como tesoro, donde son recibidos con vítores de admiración.

Tendrían un final trágico: Urquiza se ensañará con “el batallón de Aquino”, fusilando y colgando de los árboles de Palermo a todos los sobrevivientes de aquel batallón, ofreciendo por varios días un espectáculo macabro que impresionó. Muchos otros soldados del ejercito vencido correrían igual suerte.

       Fuente: El aro de oro: la muerte del coronel Aquino www.ambito.com


Testimonios:

Coronel Antonino Reyes
Dibujo de Ch.Decaux
Archivo General de la Nación.
Relata Antonino Reyes, comandante del campamento de Santos Lugares y edecán de Juan Manuel de Rosas, que fue quien los recibió:

“Cuando esos gauchos veteranos llegaron al campamento de Santos Lugares el aspecto era imponente: sus ropas gastadas y hechas andrajos en la laboriosa campaña que habían hecho, llevando sus armas victoriosos en todas las batallas en que se habían hallado; unos habían envejecido, otros mutilándose por las heridas recibidas en los combates; venían después de once años de ausencia de la patria y del hogar a ver lo que encontraban de sus familias. Y sin embargo de todo eso, venían contentos de haber llenado su deber, a presentarse al Ilustre Restaurador de las Leyes, como ellos decían, a combatir a su lado contra sus enemigos. No había uno sólo que disintiese de esa voluntad, era uniforme, era el deseo de no parar hasta no llegar a la presencia de señor gobernador a quién querían ver.

Mucho trabajo me costó poder contenerlos allí con promesas que haría presente al señor gobernador su llegada y sus deseos, y que aguardarían su contestación.

Efectivamente esperaron con el caballo de la rienda. Así que regresó el chasqui que yo había despachado con aquel mensaje, lo rodearon y me pidieron que leyera el mensaje de Su Excelencia.

Abrí y leí en rueda de cabos, sargentos y oficiales lo que disponía el señor gobernador; que esperasen y que al día siguiente iría a verlos.

Al día siguiente, a la oración, llegó el gobernador. Yo presencié el momento en que entró a caballo en el centro de los cuadras donde estaban aquellos hombres alojados. En el acto se reunieron a su alrededor todos vitoreándolo, le besaban las manos, lo abrazaban y lo estrechaban con todo cariño. Allí estuvo con ellos mucho rato, y seguido de los más, fue a su alojamiento donde se sentó rodeado de muchos de ellos, hasta que pasado un tiempo lo dejaron ocuparse de sus asuntos del servicio”.


General Cesar Díaz
óleo de Miguel Barreiro
Museo Histórico Nacional de Uruguay.
Relata el general Cesar Díaz, militar uruguayo que comandó la división Oriental en la batalla de Caseros, en sus memorias:

“Un bando del general en jefe había condenado a muerte al regimiento del coronel Aquino, y todos los individuos de este cuerpo que cayeron prisioneros fueron pasado por las armas. Se ejecutaban todos los días de a diez, de a veinte y más hombres juntos. Los cuerpos de la victimas quedaban insepultos, cuando no eran colgados en algunos de los árboles de la alameda que conduce a Palermo.

Las gentes del pueblo que venían al cuartel general se veían a cada paso obligadas a cerrar los ojos para evitar la contemplación de los cadáveres desnudos y sangrientos que por todos lados se ofrecían a sus miradas; y la impresión de horror que experimentaban a la vista de tan repugnante espectáculo trocaba en tristes las halagüeñas esperanzas que el triunfo de las armas aliadas hacía nacer.

Hablaba una mañana una persona que había venido a la ciudad a visitarme, cuando empezaron a sentirse muchas descargas sucesivas. La persona que me hablaba, sospechando la verdad del caso me preguntó “¿Que fuego es ese?” “Debe ser ejercicio”, respondí yo sencillamente, que tal me había parecido; Pero una persona que sobrevino en ese instante y que oyó mis últimas palabras, “Que ejercicio, ni que broma – dijo – si es que están fusilando gente”
Nota sobre las fuentes (para descargar en pdf):

1) El libro titulado “Vindicación y memorias de don Antonino Reyes”, publicado en 1883 por la editorial Imprenta del "Porvenir", escrito por Manuel Bilbao, aborda la historia y los acontecimientos relacionados con Antonino Reyes, quien fue acusado de ser el verdugo que ejecutaba las despiadadas órdenes Rosas. Después de Caseros, la prensa y gran parte de la sociedad sometieron a Antonino Reyes, convertido en chivo expiatorio, a un juicio injusto.

2) También, Antonino Reyes colaboró, proporcionando valiosos testimonios y correcciones, para el libro “Historia de la Confederación Argentina” de Adolfo Saldías, quien fuera el primer historiador que se animó a reivindicar a Rosas, publicado en 1892. Este libro es considerado una de las obras fundamentales para comprender la historia de Argentina durante el siglo XIX. Saldías se destaca por su estilo narrativo claro y detallado, así como por su profundo conocimiento de los acontecimientos históricos que aborda. Consta de tres tomos:

- Tomo I: Abarca desde los inicios de la Confederación Argentina hasta la batalla de Caseros en 1852.
- Tomo II: La presidencia de Urquiza, la batalla de Pavón, y la consolidación del Estado argentino durante el siglo XIX.
- Tomo III: La presidencia de Sarmiento, la Guerra del Paraguay, la presidencia de Avellaneda y la expansión territorial.

3) El libro "Manuelita Rosas y Antonino Reyes: el olvidado epistolario (1889-1897)" recopila una serie de cartas escritas entre Manuelita Rosas y Antonino Reyes durante un periodo de ocho años. La colección de manuscritos fue donada por el nieto de Reyes al Museo Histórico Nacional.

4) Memorias del General Cesar Díaz publicadas en 1968, en Montevideo, por la Biblioteca Artigas.
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5.f.VII) El Ejercito Grande ingresa a la provincia de Buenos Aires:

El Ejercito Grande de Urquiza avanzó con rapidez. El día 19 de enero de 1852, vadeó el Arroyo del Medio y penetró en territorio de Buenos Aires. El 14 de enero pasaron por San Nicolás, donde su guarnición se había replegado a Santos Lugares. El 20 de enero, el ejército entró en el pueblo de Pergamino, el 26 de enero llegó a las chacras de Chivilcoy, y el 29 de enero a la Guardia de Luján.

El avance del Ejercito Grande no fue obstaculizado. En el tránsito por Pergamino, Chivilcoy y lujan, encontraban los campos quemados y ni la menor cooperación, ni muestra de simpatía hacia el ejercito invasor. Sólo había viejos, mujeres y niños y algunos italianos y vascos.

Las tropas de Rosas, comandadas por el general Pacheco, se retiraban continuamente ante el avance de Urquiza. Pacheco replegándose hacia Buenos Aires, dejó al coronel Hilario Lagos, con 6.000 hombres, a cargo de la crucial custodia del paso por el puente de Márquez (el puente, sobre el río de las Conchas (hoy río Reconquista) tenía gran importancia estratégica, era utilizado como entrada y salida de diligencias, correos y arreos de animales durante las campañas libertadoras). El encuentro con la vanguardia invasora compuesta por 2.000 hombres en dos divisiones: de López y de Galarza, fue el 30 de enero en los campos de Álvarez (5 kms al oeste del puente de Márquez).

Las tropas de Lagos sufrieron una derrota y se dispersaron, quedando en el campo 200 muertos, 300 prisioneros y más de 4.000 caballos. Lagos, creyó encontrar apoyo de Pacheco en el Puente de Márquez, pero no fue así, pues este había hecho retirar todas las fuerzas, habiendo vadeado el río de las Conchas el día anterior. Después, la vanguardia del Ejército Grande pasó a la margen este del río de las Conchas, donde esperó la llegada del grueso de la fuerza.

El estado de ánimo favorable a la causa rosista que se percibía en muchos habitantes de la provincia fue desaprovechado por Pacheco y no se movilizaron a las milicias para reforzar al ejercito. Encerrado en dudas y vacilaciones y desconfiando de sus generales, Rosas cedió el terreno a su adversario y concentró todo su poder militar en las proximidades de Buenos Aires, dispuesto a arriesgar su suerte en una única batalla.

Rosas, confió inicialmente la Dirección General de sus tropas al general Ángel Pacheco, un militar argentino educado por José de San Martín, cuyas tropas bajo su mando jamás perdieron una batalla, pero su actuación militar en la campaña previa a Caseros, como jefe de la vanguardia, brilló por su ausencia. Urquiza cruzó el Paraná a mediados de diciembre, apoyado por la escuadra brasileña, logrando el 31 de enero, trasponer el río Las Conchas, sin ser detenido por Pacheco, mi hostigada su vanguardia, salvo la aislada acción del coronel Hilario Lagos en los campos de Alvarez. La inacción de Pacheco despertaba sospechas en los demás jefes rosistas.

General Ángel Pacheco.
Óleo de Reinaldo Giudici
Museo Histórico Nacional.

“Pacheco nos está traicionando”
Le dice el Coronel Ramón Bustos a Rosas el 27 de enero.

Pacheco y Rosas no estaban de acuerdo en la estrategia a seguir, y Rosas desconfiaba de su general; que sintiéndose cuestionado renunció la tarde anterior a la batalla y se retiró a su estancia de "El Talar" (adquirida en el año 1822). Dejando así a la mayor parte del ejército rosista amontonado y arrinconado por la cañada de Morón.

Al conocer la decisión del jefe de su ejército, Rosas habría gritado encolerizado: ¡Traidor!, a lo que Pacheco habría respondido: "El que avisa no es traidor", frase que atravesó dos siglos de la historia argentina y derivó en la expresión popular: "el que avisa no traiciona".

Algunos historiadores afirman que Urquiza había logrado que entrara la desconfianza en Rosas con respecto a Pacheco, haciendo que tropas rosistas capturaran un supuesto mensaje de Urquiza a Pacheco según el cual estarían en connivencia.

Después de la victoria en Caseros, Urquiza no persiguió a Pacheco, como si hizo con otros conocidos rosistas; sin embargo tubo que exiliarse a Montevideo.

Regresó a Buenos Aires después de la revolución del 11 de septiembre de 1842, en la que Buenos Aires reacciono contra las condiciones impuestas por Urquiza después de Caseros. Los antiguos unitarios se hicieron del poder en Buenos Aires y la provincia se separó del resto del país. Allí organizó la defensa de la capital durante el sitio que le impuso el general Hilario Lagos.

Fue Ministro de Guerra del Estado de Buenos Aires desde diciembre de 1852 hasta el 7 de febrero de 1853, y enviado especial ante el gobierno del Brasil. Pasó a retiro militar a mediados de 1853 y permaneció el resto de sus días en su estancia de "El Talar", que hoy es conocida como "El Talar de Pacheco". Murió en Buenos Aires en 1869, y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.
Esta renuncia tendría un impacto significativo en el curso de los acontecimientos. Entonces asumió el mando del ejército el Brigadier General Rosas.

Rosas confió más en sus viejos instintos que en los consejos de su Junta de Guerra reunida tras la renuncia de Pacheco, entre ellos el unitario que se hizo federal para defender la patria en 1845, Martiniano Chilavert. Varios de sus generales recomendaban replegarse hasta Buenos Aires, que estaba con el ánimo por las nubes contra el “salvaje y traidor Urquiza”, y resistir aislando la logística de la fuerza invasora (algo similar a la estrategia exitosa contra Lavalle en 1841). “Coronel Chilavert, es usted un patriota”, contesta Rosas el 2 de febrero de 1852, “Esta batalla será decisiva para todos. Urquiza, yo o cualquier otro que prevalezca, deberá trabajar inmediatamente en la Constitución Nacional sobre las bases existentes. Nuestro verdadero enemigo es el Imperio del Brasil, porque es Imperio”, y nosotros republicanos y federales, sumaron sus oficiales.

El escenario del encuentro fue en una zona cercana a la ciudad de Buenos Aires, en una estancia, donde e habían acuartelado los rosistas. El día: el 3 de febrero de 1852.

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5.g) Mapa de la Campaña del Ejercito Grande:
Ejercito-grande-mapa.jpg Ejercito-grande-mapa-referencias-resumido.jpg
Ampliar: Referencias de la Campaña del Ejercito Grande

Una campaña épica:

* Fin del sitio a Montevideo (I)
Sin combates, cierra un asedio de nueve años y de dos gobiernos uruguayos simultáneos.
* Un Gran Ejercito cruza un Gran Río (II)
En una semana 13.000 jinetes a nado con 50.000 caballos y 5.000 infantes en barcazas cruza el gran río Paraná.
* Gigantesca marcha nunca igualada (III)
En un mes 24.000 hombres arreando 60.000 caballos y vacunos recorren 450 kms en la desierta llanura durante el sórdido verano para llegar a 22 kms de la ciudad de Buenos Aires y enfrentar a un ejercito de similar fuerza.
I) Fin del sitio a Montevideo:
Sale la caballería correntina y entrerriana de Urquiza desde Paysandú, cruzando el río Uruguay recorre 350 kms y 3 meses después levanta el sitio a Montevideo, después de casi nueve años de asedio. Sin combates las fuerzas sitiadoras orientales de Oribe se pasaban a las de Urquiza y las tropas porteñas sin órdenes precisas se rinden.

II) Cruce de un Gran Ejercito por un Gran Río:
Urquiza unas semanas después se embarca en naves brasileras con las tropas porteñas incorporadas a la fuerza a su ejército para su disciplinamiento en el Campamento Calá en Entre Ríos, que durará un mes. Mientras la caballería entrerriana desanda los 350 kms a dicho campamento y la caballería correntina los más de 600 kms, para volver luego de una corta licencia al nuevo reagrupamiento en "Punta Gorda", lugar al cual es convocada, a través de levas, la casi totalidad de los entrerrianos y correntinos en condiciones de montar a caballo y combatir.

El cruce del rio Paraná será algo épico. En una semana lo cruza una caballería de 15.000 jinetes.

La tropa brasilera que no participó de las acciones en Montevideo, porque Urquiza se adelantó y no quiso esperarlos, se acantonó en Colonia del Sacramento donde se dividieron en dos grupos, un grupo se embarcó en naves de su flota y se adentró en el rio Paraná en dirección a Punta Gorda, distante unos 450 kms, siendo desembarcados en el paraje "El espinillo" unos kilómetros al norte de Rosario, y el resto, conocido como el "Ejercito Chico" quedó en Colonia amenazando desembarcar directamente en Buenos Aires y así obligar a Rosas a distraer tropas para defenderse de este eventual ataque.
El general Mansilla con una batería de cañones instalada sobre la barranca intenta detener el paso de la escuadra brasilera en el “Paso del Tonelero”, como lo hiciera durante el “Bloqueo Anglo-francés” en la "Guerra del Paraná".

La provincia de Santa Fe cayo sin resistencia. El cruce no fue hostigado. Los jefes rosistas se replegaron hacia Buenos Aires y las milicias santafecinas se sumaron al ejército de Urquiza (Pronunciamiento de Rosario).
La instalación en Rosario, de la Imprenta volante de 6 toneladas traída desde Montevideo, para la impresión de los boletines de guerra, fue algo novedoso.

III) Una gigantesca marcha hacia Buenos Aires, nunca igualada:
Reagrupado en "El Espinillo" el “Ejercito Grande” reinicia la marcha el 8 de enero y un mes después el 3 de febrero se encuentra frente al ejército de similares fuerzas que Rosas apostó en Caseros, después de recorrer 450 kms (casi 20 kms diarios) con un arreo de 60.000 caballos (3 a 5 caballos por jinete) y otro tanto de vacas para alimentar a su tropa de 24.000 hombres (15.000 jinetes y 9.000 infantes) atravesando los campos quemados en el sórdido calor del verano, de la extensa llanura, mientras la escuadra brasileña mantenía el control del río Paraná, proporcionando apoyo logístico.
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6) La Batalla de Caseros. 3 de febrero de 1852

Ver el especial: La Batalla de Caseros.
- Fin de la tiranía para unos, mayor autonomía de las provincias para otros, venganza de Ituzaingó para los brasileños.
- El mito liberal unitario de la “derrota de la tiranía”, que abrió el camino para acallar las últimas voces federales.
- Todo en ella fue espectacular, desde la carga de caballería inicial hasta los combates en El Palomar y el desbande final.

Fuentes :
1) El bloqueo francés al Río de la Plata. el fantasma del servicio militar y la intervención de San Martín. www.Infobae.com
2) Enfrentamientos, disputas y alianzas: la difícil relación entre Lavalle, Paz y Lamadrid que dificultó la pelea contra Rosas. www.Infobae.com
3) Campañas correntinas contra Rosas.www..wikipedia.org
4) Urquiza firma tratados de alianza para combatir a Rosas www.elarcondelahistoria.com
5) Bartolomé Mitre www.elarcondelahistoria.com
6) Batalla de Caseros: vencedores y vencidos www.Infobae.com
7) La Batalla de Caseros, vencedores y vencidos www.revistahegemonia.com
8) Combate de El Tonelero (1851) www.revisionistas.com.ar
9) Ejército Grande (Ejército Grande Aliado Libertador) www.wikipedia.org
10) Cómo fue el épico cruce del río Paraná y el paso del Ejército Grande por la Villa del Rosario www.lacapital.com.ar
11) La Batalla de Caseros: la historia (im)perfecta www.serargentino.com
12) Batalla de Caseros (3 de Febrero de 1852) www.historiando.org
13) Casa y Palomar de Caseros www.revisionistas.com.ar
14) Los lugares de la guerra: compañeros de armas, aliados y contrincantes www.ellitoral.com
15) La caida de Rosas www.todo-argentina.net
16) FDRA - Historia de la Defensa www.fdra-historia.blogspot.com
17) El restaurador de las leyes, Juan Manuel de Rosas www.lagazeta.com.ar
Para descargar en fdf:
18) la campaña de Caseros 1851-1852. www.cefadigital.edu.ar - Centro Educativo de las Fuerzas Armadas